viernes, 14 de abril de 2017

La meta está en Ítaca, de Álber Vázquez


La meta está en Ítaca, de Álber Vázquez, San Sebastián, Expediciones Polares, 2016.

En los últimos años hemos asistido a publicaciones notables relacionadas con el mundo del running, como el imprescindible Nacidos para correr, de Christopher McDougall o la sugerente novela biográfica Correr, de Jean Échenoz (basada en Emil Zatopek). En esta ocasión se trata de un agradable ensayo escrito por Álber Vázquez y el tema no es otro que la mítica Behobia-San Sebástián, carrera popular de 20 km que lleva produciéndose desde 1919.

La meta está en Ítaca cuenta en 20 capítulos (como el número de kilómetros que separa el barrio irunés Behobia de San Sebastián) distintos sentimientos que el autor, corredor habitual, tiene con respecto a la behobia. Sin ser prolijo o pesado, se detiene en algunos detalles que ilustran mejor la carrera, nutriéndose de distintas anécdotas, así como de escenas y referencias literarias, musicales y cinematográficas que acompañarán al autor/corredor para amenizar el esfuerzo de llegar a la meta (desde Martin Scorsese al cómic Hellboy, pasando por David Bowie o Gabriel Celaya). Incluso hay espacio para frases brillantes: “Si el Cielo existe, debe ser una piscina de David Hockney”.
Una de las primeras cosas que llama la atención es el neologismo que Váquez se saca de la chistera: pedestrista en vez de runner, como una postura de resistencia ante las modas lingüísticas, seguramente producto de las imposiciones del mercado (¿por qué ya no decimos correr sino running?).

No podemos obviar uno de los objetivos de este libro entrañable: remarcar las cualidades de la behobia con una voz entregada a la causa sin ocultar su subjetividad, pues es evidente la relación de amor que el autor mantiene con la carrera guipuzcoana. Vázquez también dedica momentos para los voluntarios que ayudan a que la carrera pueda celebrarse o a corredores “anónimos” que con su esfuerzo ensalzan el valor de los retos, sirviendo de homenaje a esas personas en las que normalmente nadie se fija. No olvidemos que se trata de una “descomunal carrera popular” (cada año participan cerca de 30.000 corredores, siendo una de las más importantes de España).

Muchas veces, uno hace cosas que vistas desde fuera no tienen mucho sentido. Como correr 20 km por las calles de distintas ciudades subiendo rampas y acumulando desnivel un domingo de noviembre. Incluso, el propio corredor se preguntará durante la carrera qué sentido tiene sufrir y pagar por ello. Por eso La meta está en Ítaca es una lectura que refleja algunos estados de ánimo. Porque eso que puede no tener demasiado sentido para muchos, acaba cobrando un extraño valor, algo que la corredora Oihana Kortázar (también “personaje” del libro) parece resumir muy bien: “Los que corremos somos personas constantes, pacientes y luchadoras, que comprendemos que sufrir significa saber que se está dando lo mejor de una misma”.

El libro, evidentemente, es aconsejable para corredores y deportistas en general, pero también supone una lectura simpática para todo aquel que quiera acercarse al mundillo runner y a una carrera especial, como es la Behobia-San Sebastián. Como dirían algunos de los personajes del libro, correr es sentirse vivo y se experimenta una plenitud que llena al individuo. Tal vez porque, para algunos, es una manera efímera de acercarse a la felicidad.


 (Reseña publicada originariamente en www.elimparcial.es en febrero de 2017).




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