miércoles, 18 de noviembre de 2015

Juan Carlos Mestre: Enigma




Enigma

Entró la cabeza sedienta en la casa de las putas, allí estaba Rimbaud
Con la pata atada como una gallina y la cabeza desnuda
Estaba Rimbaud, carcomido como una canoa y con la lengua blanca
Nada le dije, qué cosa deshilachada le hubiera dicho yo a Rimbaud
La verdad, pude haberme hecho pasar por ti, pero no lo hice
Pude hacerme pasar por él, te juro, me alcanzaba el talento
Discreto, en un rinconcito, estaba el bicho de Rimbaud
Con la pata atada como una gallina y la cabeza desnuda
No demasiado guapo, dispuesto, eso sí, a ponerse violento
Era como un santo enfermo estorbando en medio del altar
Como amante no creo que hubiera dado más juego que una monja
Ceroso, con las uñas sucias y oliendo como una lata de petróleo
Rimbaud en persona espantando las moscas de la rosa podrida
No tuve valor de pasarle el libro que acababa de presentar a un concurso
Lo noté atemorizado con los turistas y con hombres que nacen viejos
No sé qué hacía toda esa gente lúgubre observando a Rimbaud
Con la pata atada como una gallina y la cabeza desnuda
Yo había perdido a mi amor y buscaba a la bella durmiente
Yo le rehusé la mirada no fuera a ser que me lanzase el machete
Con los ojos cerrados Rimbaud podía dar en el blanco a cinco kilómetros
Con los ojos abiertos te metía su espada de palo hasta la empuñadura
Yo era hijo de un padre alcohólico y de madre desconocida
Me sudaban las manos al verlo rodeado de delincuentes y saltimbanquis
No me atreví a pedirle un prólogo para el libro con el que acababa de perder un concurso
Respiraba fatigosamente como una cama arrugada tras las persianas bajadas
Estaba sentado cerca del espejo donde las chicas amables se retocan los pómulos
Con la pata atada como una gallina y la cabeza desnuda
Callar es bueno, pero una sola palabra suya bastó para enfermarme

(Juan Carlos Mestre, La poesía ha caído en desgracia, Calambur, 2014).

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