viernes, 23 de octubre de 2015

Ángel Crespo: La pintura





La pintura


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Escribir un caballo en una sombra,
esconder una rosa en un armario,
reducir a debidas dimensiones
formas desmesuradas,
poder llevar el sol en una cesta,
tocar con nuestros labios
la carne que trasciende.

Reducir a sistemas materiales
todo lo que del hombre se apodera,
lo que le hace soñar por la mañana
que ha dormido la noche estando muerto,
y le hace desear segundo tacto
para palpar la nada,
segundos ojos para ver lo oscuro,
segundo olfato para oler su aroma,
décima lengua para hablar su lengua.

Esto se realiza,
se hiergue ante nosotros
en telas, tablas, piedras y papeles,
nos muestra los deseos
y el resplandor contrario;
a veces, lo que vemos y tan pronto se olvida.
Lo que nunca creímos
nos dicta su evidencia envuelta en voces,
nos prodiga remedios,
suelta las plagas en veloz desfile,
desciende a nuestras manos
y come el pan que en ellas se nos pudre.

Hablo de la pintura, de la carne
inmortal y de todos los colores:
hablo del rojo que nos da en la frente,
del azul que nos habla,
del negro que nos toca,
del violeta herido, de los verdes,
del incauto amarillo.
Hablo de hablar colores sin descanso.

(Ángel Crespo, Antología poética, Cátedra).

sábado, 17 de octubre de 2015

Basquiat: ahora es el momento



Jean-Michel Basquiat nació en 1960 y murió con tan solo 27 años, en 1988; sin embargo, su legado sigue teniendo vigencia a día de hoy. Más allá de los artificios que el mundillo del arte ha creado en torno a él, Basquiat tiene interés suficiente para provocar a los espectadores, así como para que estos diluciden sobre su propuesta y los puentes que tiende con otras manifestaciones artísticas. La mezcla es una constante en su obra, utilizando la técnica del collage, con influencias del graffiti, Picasso, De Kooning o Andy Warhol. 

La expresividad que late en sus pinturas supone ya de por sí un atractivo. Una de las cosas que más me llamó la atención de la exposición fue descubrir una temática ecléctica, con referencias a culturas primitivas, escenas urbanas o personajes populares. El otro aspecto que me llamó la atención fue el uso de la ironía en cuadros como "Irony of a Negro Policeman", una pintura que denuncia la violencia policial, aludiendo a la paliza que recibió su amigo afroamericano Michael Stewart a manos de la policía (un tema que por desgracia, sigue teniendo plena vigencia hoy) o "Caballo de raza negra-Jesse Owens", ironizando sobre el racismo del Tercer Reich y la hazaña lograda por Owens en los JJOO de Berlín 1936. En esa conciencia social, cabe también la crítica al mundo del arte y la explotación de sus obras, la hipocresía social y la lucha de clases. 


Muchas de sus pinturas podrían considerarse punk por cuanto tienen de rebeldía y de provocación, si bien  sus preocupaciones políticas y sociales, en especial, del mundo de los negros y la marginalidad, sumado a la técnica de sampling, lo emparentan con la cultura del hip hop. Entre sus sedimentos, uno percibe influencias que van el escritor William S. Buroughs hasta Martin Luther King. Su pintura, además de sugerir desde su poesía y extraña narrativa, también invita a la reflexión.

Añado los trailers de dos películas que dialogan con Basquiat, la cinta de Julian Schnabel basada en su vida y Permanent Vacation, el primer filme de Jim Jarmusch, con cierto aire al Nueva York de Basquiat, así como analogías con los espacios urbanos marginales creados por el pintor.

(Exposición del 3 de julio al 1 de noviembre de 2015, Museo Guggenheim Bilbao. Más información aquí).




viernes, 9 de octubre de 2015

Virgilio Piñera: El infierno






 El infierno

Cuando somos niños, el infierno es nada más que el nombre del diablo puesto en la boca de nuestros padres. Después, esa noción se complica, y entonces nos revolcamos en el lecho, en las interminables noches de la adolescencia, tratando de apagar las llamas que nos queman —¡las llamas de la imaginación! Más tarde, cuando ya no nos miramos en los espejos porque nuestras caras empiezan a parecerse a la del diablo, la noción del infierno se resuelve en un temor intelectual, de manera que para escapar a tanta angustia nos ponemos a describirlo. Ya en la vejez, el infierno se encuentra tan a mano que lo aceptamos como un mal necesario y hasta dejamos ver nuestra ansiedad por sufrirlo. Más tarde aún (y ahora sí estamos en sus llamas), mientras nos quemamos, empezamos a entrever que acaso podríamos aclimatarnos. Pasados mil años, un diablo nos pregunta con cara de circunstancia si sufrimos todavía. Le contestamos que la parte de rutina es mucho mayor que la parte de sufrimiento. Por fin llega el día en que podríamos abandonar el infierno, pero enérgicamente rechazamos tal ofrecimiento, pues ¿quién renuncia a una querida costumbre?

(Virgilio Piñera, Cuentos fríos. El que vino a salvarme, Cátedra, 2008. Edición de Vicente Cervera y Mercedes Serna).