martes, 27 de enero de 2015

De Profundis, de Miguelanxo Prado

De Profundis, dirigida por Miguelanxo Prado (España, Portugal, 2006).
Miguelanxo Prado es un autor de cómic con un estilo personal, creador de un mundo reconocible por cualquier lector de cómics. Autor de obras tan importantes como Fragmentos de la Enciclopedia Délfica, Trazo de tiza, Tangencias o Quotidiania delirante, es asimismo ganador de varios premios internacionales (Festival de Angoulême, Festival de Barcelona, etc). Además de colaborar con autores como Neil Gaiman o Laura Esquivel, también ha trabajado para Hollywood en los dibujos animados de Men in Black.
Ahora el autor gallego sorprende con un proyecto arriesgado y artesanal: un film compuesto por dibujos, que aúna cómic, pintura y música. De Profundis es una película de animación bastante atípica. Para empezar, es muda, aunque con un importante contenido musical (compuesto por Nani García) que supone no solo la banda sonora, sino también en muchos casos la narración de la historia o los propios diálogos entre los personajes, de manera que la música acaba fusionándose con las imágenes hasta no poderse separarse de aquellas. Imágenes que están basadas en un punto de vista plenamente pictórico, dando prioridad a la textura, el color, el trazo, la composición; proyectando una mirada poética más allá de la historia narrada. Si además, añadimos, que prácticamente solo hay tres personajes principales, cualquiera diría que se trata de un suicidio, pero Prado es un artista que aporta una sensibilidad poética que alienta cada proyecto que realiza. La animación a veces es mínima, y asistimos a una sugerente mezcla de pintura, cómic y cine; con un movimiento lento, a veces incluso con fotogramas estáticos, siendo la cámara la que se adentra por ellos, mostrando recovecos y situaciones, buscando la emoción y la contemplación.
El argumento parece simple: una mujer espera la llegada de su pareja, un pintor que ha partido a la mar en un barco pesquero. Mientras aguarda, la mujer pasa el tiempo en una casa que navega por el mar, leyendo un libro y tocando el violonchelo. Pero la realidad y la ficción se funden, de manera que asistimos al naufragio del pintor en el barco pesquero, emprendiendo un viaje por las profundidades marinas acompañado por una sirena. La historia se convierte en un viaje existencial donde el mar adquiere una importancia no solo simbólica, sino también narrativa y hasta visual, para acabar cobrando sentido por sí mismo. Este es otro de los intereses de la propuesta de Prado, la superposición de historias que alcanzan mayor riqueza y matices en su interrelación. Al final, tenemos una película que no es otra cosa que un poema visual-musical.

(Reseña publicada originariamente en www.deriva.org en 2007 y modificada ligeramente).


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