jueves, 24 de diciembre de 2015

César Vallejo: Trilce 8




VIII


Mañana esotro día, alguna
vez hallaría para el hifalto poder
entrada eternal.

Mañana algún día,
sería la tienda chapada
con un par de pericardios, pareja
de carnívoros en celo.

Bien puede afincar todo eso.
Pero un mañana sin mañana,
entre los aros de que enviudemos,
margen de espejo habrá
donde traspasaré mi propia frente
hasta perder el eco
y quedar con el frente hacia la espalda.

(César Vallejo, Obra poética completa, Alianza, 2002).

viernes, 11 de diciembre de 2015

Michel Foucault: El orden del discurso




Supongo que en toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar sus poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad.

*

Siempre se puede decir la verdad en el espacio de una exterioridad salvaje; pero no se está en la verdad más que obedeciendo a las reglas de una "policía" discursiva que se debe reactivar en cada uno de los discursos.

*

Todo sistema de educación es una forma política de mantener o de modificar la adecuación de los discursos, con los saberes y los poderes que implican.

*

¿Qué es, después de todo, un sistema de enseñanza, sino una ritualización del habla; sino una cualificación y una fijación de las funciones para los sujetos que hablan; sino la constitución de un grupo doctrinal cuando menos difuso; sino una distribución y una adecuación del discurso con sus poderes y saberes?

(Michel Foucault, El orden del discurso, Tusquets, 1999. Traducción de Alberto González Troyano).

domingo, 6 de diciembre de 2015

Kandinsky. Una retrospectiva




La exposición Kandinsky. Una retrospectiva repasa la trayectoria del pintor ruso, considerado uno de los precursores de la pintura abstracta y uno de sus máximos teóricos. Wassily Kandinsky escribió ensayos relevantes para el devenir de las vanguardias europeas, como De lo espiritual en el arte, publicado en 1912, en favor de la desfiguración del objeto. Para Kandinsky, el arte de su tiempo estaba anquilosado y al servicio del mundo material, por lo que buscaba otro tipo de expresión más cercana a lo espiritual, jugando con el movimiento y materiales puros como el color, provocando al que mira, tocando su estado de ánimo, sus emociones, estableciendo un análisis de colores y su correspondencia con formas geométricas.


En sus obras, encontramos materiales diversos (acuarelas, litografías, xilografías, gouache, tinta china, oleo), y sus estilos van desde el impresionismo, la pintura no mimétca hasta el perido de Bauhaus (formas geométricas), el sintético (formas biomórficas) y el surrealismo ("Cielo azul"). En total, hay casi 100 piezas que recorren su larga y variada trayectoria.

(Exposición Kandinsky. Una retrospectiva. Del 20 de octubre de 2015 al 28 de febrero de 2016. Palacio de Cibeles, Madrid. Más información aquí).


viernes, 27 de noviembre de 2015

Compañía, de Cristina Cerrada





Cristina Cerrada ha irrumpido en el panorama literario español hace tan sólo un año y ya tiene dos importantes libros de relatos: Noctámbulos (2003) y Compañía (2004), con sendos premios en la editorial Lengua de Trapo. Y es que Cerrada tiene la cualidad de escribir verdaderos relatos. Me explico: este género, tan apreciado en Hispanoamérica o Estados Unidos, donde la mayoría de los escritores comienzan escribiendo cuentos, e incluso tienen un espacio exclusivo para su cultivo en revistas especializadas del género, supone además un acicate para el lector que está perfectamente familiarizado a leerlos. En España, este género suele seguir tres líneas: una, menos numerosa, con escritores “de raza”, concediendo al cuento una importancia similar a la de América, como Quim Monzó; otros que aun siendo importantes novelistas, de vez en cuando publican libros de cuentos, y hasta escriben textos notables (como Javier Marías); y otros que casi por obligación de editoriales o suplementos dominicales se ven forzados a escribir un cuento, sin la tensión que este género requiere. Esto prueba dos cosas: que este tipo de narraciones suele estar destinado para públicos especializados, pero también confirma que la Industria de la novela acapara toda la atención y se come a esos otros géneros “menores” como son el cuento, la poesía y el teatro, menospreciándolos claramente. Bien, pues autores como Cerrada suponen una reivindicación para este género infravalorado.

Si en su primer libro Noctámbulos Cerrada se abría al mundo editorial y lector con una carta de presentación notable, ahora con Compañía demuestra que no fue una casualidad. Los relatos de Cerrada son claros herederos de la línea tan fecunda que va desde Chejov y Joyce hasta John Cheever o Raymond Carver. Hay otros escritores, la mayoría norteamericanos (como Richard Ford, Sam Shepard o Tobias Wolff) que también se mueven por esa línea en la que relatan vidas anónimas, escenas cotidianas que aunque aparentemente insulsas están llenas de intensidad y de significación, como modos de vida, como comportamientos humanos. En esta línea se inscribe Cerrada, que si bien no oculta su influencia por Carver, tiene ya una voz personal, con un tratamiento del lenguaje que oscila entre lo elíptico y el realismo sucio. Asimismo, domina algunos de los elementos más importantes de los relatos como son la síntesis, la intensidad y las elipsis. También se muestra ducha en los diálogos, que saben ajustarse al desarrollo del cuento. Hay textos que podrían servir como modelo para construir relatos (no en vano Cerrada es profesora en un importante taller literario) como “Tatuaje”, “Naturaleza muerta” o “Amnesia”. Son historias de perdedores, seres frustrados, personajes a la deriva que buscan una compañía, un tronco al que agarrarse en medio del océano desierto. La incomunicación, la soledad o la impotencia para resolver los propios problemas y la huída son algunos temas que se repiten a lo largo de los distintos textos. Si algo se le puede achacar es que tal vez sus relatos no sorprenden, pero por el contrario están muy bien escritos y reflejan la vida de la mayoría de los mortales que tampoco suele ser sorprendente.

Como decíamos, destacan los relatos al modo carveriano, en aquello que decía Ricardo Piglia en su interesante libro Formas breves hablando de la teoría del iceberg de Hemingway, sobre las dos historias que hay en un cuento, una exterior que se aprecia en el discurso, y otra invisible o secreta, que se alimenta de lo sobreentendido o la alusión, con lo que tiene que emplearse a fondo la sutileza y la destreza del escritor. A veces una frase, un comentario supone la clave del relato, la llave que abre el rompecabezas, o si se quiere, la llave que abre el sentido del cuento. En otras ocasiones, lo que destaca es la construcción del ambiente o el tono lo que desencadena la clave de la historia.

También son numerosos los cuentos que manejan una historia que a su vez tiene una proyección a modo de espejo, de símbolo, centrándose en un objeto cotidiano. Es el caso de “Naturaleza muerta”, en donde un hombre ha robado una naturaleza muerta y la mira mientras su vida parece estancada, u “Hormigas” donde estos pequeños insectos incomodan a la protagonista que ve cómo su marido y su suegra viven impertérritos ante una situación vacía e inmersa en la incomunicación. La presencia de un objeto a veces es más reveladora que la propia historia narrada. Como en el cine de Ozu, un detalle supone una proyección de un estado de ánimo o de la propia historia. Esto tiene el riesgo de que a veces se puede abusar de la poeticidad del símbolo, unas veces por resultar evidente y otras por terminar siendo inconexos, pero Cerrada lo resuelve en la mayoría de los casos con buen manejo.

(Reseña publicada originariamente en www.deriva.org en 2004 y modificada ligeramente).

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Juan Carlos Mestre: Enigma




Enigma

Entró la cabeza sedienta en la casa de las putas, allí estaba Rimbaud
Con la pata atada como una gallina y la cabeza desnuda
Estaba Rimbaud, carcomido como una canoa y con la lengua blanca
Nada le dije, qué cosa deshilachada le hubiera dicho yo a Rimbaud
La verdad, pude haberme hecho pasar por ti, pero no lo hice
Pude hacerme pasar por él, te juro, me alcanzaba el talento
Discreto, en un rinconcito, estaba el bicho de Rimbaud
Con la pata atada como una gallina y la cabeza desnuda
No demasiado guapo, dispuesto, eso sí, a ponerse violento
Era como un santo enfermo estorbando en medio del altar
Como amante no creo que hubiera dado más juego que una monja
Ceroso, con las uñas sucias y oliendo como una lata de petróleo
Rimbaud en persona espantando las moscas de la rosa podrida
No tuve valor de pasarle el libro que acababa de presentar a un concurso
Lo noté atemorizado con los turistas y con hombres que nacen viejos
No sé qué hacía toda esa gente lúgubre observando a Rimbaud
Con la pata atada como una gallina y la cabeza desnuda
Yo había perdido a mi amor y buscaba a la bella durmiente
Yo le rehusé la mirada no fuera a ser que me lanzase el machete
Con los ojos cerrados Rimbaud podía dar en el blanco a cinco kilómetros
Con los ojos abiertos te metía su espada de palo hasta la empuñadura
Yo era hijo de un padre alcohólico y de madre desconocida
Me sudaban las manos al verlo rodeado de delincuentes y saltimbanquis
No me atreví a pedirle un prólogo para el libro con el que acababa de perder un concurso
Respiraba fatigosamente como una cama arrugada tras las persianas bajadas
Estaba sentado cerca del espejo donde las chicas amables se retocan los pómulos
Con la pata atada como una gallina y la cabeza desnuda
Callar es bueno, pero una sola palabra suya bastó para enfermarme

(Juan Carlos Mestre, La poesía ha caído en desgracia, Calambur, 2014).