miércoles, 25 de julio de 2012

Poemas de Miguel Ángel Curiel





5

Pegaron patadas a un pan, patearon una gran hogaza de pan. Me puse un pan en la oreja y oí pájaros, oí el viento del trigo.

*

29

Montones de piedras que no significan nada, pero alguien las acumula, las coloca, elige el lugar para el amontonamiento, se toma su tiempo y su fuerza. Después quedan mucho tiempo así. Se calientan y se enfrían, y nadie se las lleva. Nadie vuelve a esparcirlas ni a derribarlas. El amontonamiento de piedras es uno de los hechos más misteriosos del hombre. No significa realmente nada. El lenguaje se complica, los filósofos se oscurecen. Los poetas deberían hacer con el lenguaje diáfano, transparente, lo mismo. Amontonar piedras. Que cada poema fuera un amontonamiento de piedras.

*

91

Noche abierta. Los árboles respiran como tú, de afuera a dentro. De ellos se ve a esta hora el contorno, la silueta, masas oscuras de ramas y hojas. Albergan nidos en las partes más altas. Pájaros dormidos a los que les basta un ápice de luz para despertarse. El hombre ronca.

*

210

En mundo cada vez más veloz. Yo cada vez más lento.


(Miguel Ángel Curiel, Luminarias. (Cuaderno de Roma), Amargord, 2012).

viernes, 20 de julio de 2012

Pieza única, de Milorad Pavic


Pieza única, de Milorad Pavic (Traducción de Dubravka Suznjevic, Ed. Sexto Piso España, 2007). 




Dos libros que forman una novela, esto es la última publicación del serbio Milorad Pavic. En la preciosa edición, una cajita de cartón azul, econtramos un primer tomo que lleva por título Pieza única. El segundo tomo es un librito que reza “Cuaderno azul. Inspector superior Eugen Stross”. Por lo tanto el “Cuaderno azul” complementa la lectura de la novela. Perdón, falta una tercera parte para completarla realmente: el lector. 

Aleksandar Klozevits, un ser andrógino (unas veces es una mujer, Sandra, otras un hombre con un piercing en la ceja, Aleksa) es un vendedor de sueños que debe asesinar a dos personas para que lo dejen vivir. Sirviéndose de su extraña naturaleza y de las ventas de sueños futuros, que pueden llegar a costar demasiado caros a sus compradores, asistimos a una serie de asesinatos de varios personajes en historias cruzadas, donde además de sus vidas, se mezclan olores de perfumes, sueños del futuro y del pasado y distintas relaciones sentimentales, planeando la sombra de la muerte en cada momento, todo ello envuelto en una realidad enigmática, con unos personajes a cada cual más friki: la bella y bomba sexual Marquesina Lemptiksa, el cantante de ópera Distelli, Maurice Erlangen o el propio Klozevits. Este es el punto de partida de una novela, onírica, poética, delirante. 

Se podría decir que el protagonista es el inspector Stross, ya que finalmente es quien debe guiar al lector a resolver los asesinatos (por lo que también es lícito afirmar que el protagonista implícito es el lector). Pero la naturaleza de los acontecimientos cobra un sentido cada vez más borroso, la temporalidad se extiende y deforma a su gusto, la importancia de los sueños va creciendo a medida que avanzamos en la historia, de manera que el propio Stross debe rectificar en muchas de sus pesquisas y reconocer que la realidad es más poderosa e indescifrable de lo que le gustaría. 

Uno de los mayores atractivos de la novela es la fascinante narración de los sueños, que ya quisieran escuchar o leer los mismísimos Sigmund Freud y Carl Gustav Jung, con algunos personajes protagonistas como Pushkin, el gran poeta romántico ruso o el compositor Mussorgski, acompañados de detalles sensitivos y visuales, que acaban configurando una novela sin un sentido total, caótica y disparatada. Y ese tono entre absurdo, mítico y fabulador, unido al cuaderno azul de Stross, acaban dotando a la historia el aire detectivesco que indudablemente tiene. 

Milorad Pavic sorprende con su escritura; sus frases son delirantes y bellas, llenas de aliento poético, de manera que ante lo que podría resultar artificioso resulta embriagador y lleno de naturalidad, y el lector se ve inmerso en un viaje sin billete de vuelta, en una experiencia liberalizadora. Que sepa el lector que vaya a leer Pieza única que el título hace honor a la obra. Pavic es de esos pocos escritores que uno siempre necesita para descubrir mundos inéditos.


(Reseña publicada originariamente en www.deriva.org el 25/01/2008)

lunes, 9 de julio de 2012

La poesía según Ezra Pound


LENGUAJE

No uses ninguna palabra superficial, ningún adjetivo que no revele algo. No uses expresiones como "dim lands of peace" (brumosas tierras de paz).

RITMO Y RIMA

Que el candidato se llene la mente con las mejores cadencias que pueda descubrir, de preferencia en lengua extranjera.

*

Naturalmente, tu estructura rítmica no debe destruir la forma de tus palabras, o su sonido natural, o su significado.

*

Aquella parte de tu poesía que golpea el ojo de la imaginación del lector no perderá nada por la traducción a una lengua extranjera; lo que apela al oído sólo es accesible en el original.

(Ezra Pound, Antología, Ed. Visor, 1986. Traducción de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal).

miércoles, 4 de julio de 2012

La tetería del oso malayo, de David Rubín



La tetería del oso malayo, de David Rubín (Ed. Astiberri, 2006).
Este cómic es sin duda una de las sensaciones del final del año 2006, porque se trata de una gran novela gráfica, tanto en su dibujo como en su guión. David Rubín es un joven autor gallego que ya llamó la atención en varias revistas y fanzines del medio del cómic como BD Banda, Dos Veces Breve, Barsowia o Fanzine Enfermo, cosechando varios premios, como el Injuve 2006. En 2005 tuvo un muy buen estreno con su primer álbum en Astiberri bajo el título de El circo del desaliento.
La tetería del oso malayo, aun recopilando varias historietas publicadas en Dos Veces Breve, y añadiendo algunas inéditas (como la extensa “Las cosas que terminan por romperse” o “Antón en llamas”) alcanza aquí un gran nivel de coherencia tanto narrativa como gráficamente, gracias sobre todo al espacio significativo que supone la tetería regentada por Sigfrido, que sirve como nexo común para dar vida a un sinfín de personajes, cada cual más fascinante, cobrando un sentido casi mitológico, con tintes de raigambre gallega. Además del indudable atractivo que mantienen todas las historias y la rica polifonía de sus personajes, Rubín logra dotar un grafismo natural, expresivo, con influencias del cine expresionista alemán (tanto en el trazo como en la planificación), con un gran control del tempo narrativo, lo que evidencia las cualidades de esta novela gráfica y de su autor. Pero por si esto fuera poco, la poesía y el humor melancólico que emiten las viñetas (a veces ni siquiera hacen falta las palabras), se funde perfectamente con los dibujos y los personajes. Y es que las historias que se cruzan con la tetería del oso malayo huelen a soledad, a desamor, a desencanto, pero también a cotidianidad, a vida.
A nivel de la construcción de personajes, es muy interesante la mezcla de humanos, animales y superhéroes, tamizados con elementos cotidianos, lo que permite visualizar ciertos aspectos de la vida cotidiana con mayor naturalidad, ya que el distanciamiento muchas veces logra comprender algo que en otras circunstancias correría el riesgo de evadirse, y me refiero a historias como la emocionante y rabiosa “Antón en llamas”. Por otra parte, podemos encontrar influencias visibles –como en todo joven autor-, asimilando influencias que van desde Frank Miller hasta Javier Olivares, pasando por el nuevo cómic francés (Blutch, Sfar, David B), pero lo cierto es que David Rubín se muestra como un gran dibujante de historias, con una gran dosis de poesía, y con un resultado bastante personal.
Si ya en el prólogo Enrique Ventura denomina “eximios poetas” a Miguelanxo Prado y Carlos Portela, yo me atrevería (sin arriesgarme mucho) a añadir que David Rubín es ya un poeta, y que, viendo su edad, esperamos que continúe deleitándonos con mucha más de su poesía.

(Reseña publicada originariamente en las revistas Qubo y www.deriva.org).