jueves, 29 de diciembre de 2011

The Black Keys



¿Un hombre solitario bailando una canción blues-rock en la entrada de lo que parece un motel de carretera? No se me ocurre mejor imagen para reflejar lo que es el rock: unos cuantos acordes, unos riffs de guitarra potentes y ganas de bailar en un estado de ligero éxtasis. Es lo que al menos me transmite The Black Keys, uno de mis últimos descubrimientos musicales. El vídeo "Lonely Boy" pertenece a su último álbum 'El Camino'.

El humor y cierto extrañamiento caracterizan muchos de sus videoclips, como el sorprendente, “Howlin’ For You” (del álbum 'Brothers'), un falso tráiler de película de serie B, que parece un tráiler realizado por Quentin Tarantino o Robert Rodríguez.

Sencillamente, dos canciones convincentes, dos videoclips frescos para despedir el año y dar la bienvenida al 2012.

domingo, 18 de diciembre de 2011

La literatura argentina según Ricardo Piglia


¿Y Borges? Borges, dijo Renzi, es un escritor del siglo XIX. El mejor escritor argentino del siglo XIX.

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La literatura argentina se inicia con una frase escrita en francés, que es una cita falsa, equivocada. Sarmiento cita mal.

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El que viene a encarnar esta nueva función del escritor en la Argentina es Leopoldo Lugones. Lugones es el orimer escritor argentino que, a diferencia de Sarmiento, Hernández, etc., cumple en la sociedad una función política exclusivamente como escritor. Es el poeta nacional, el guardián de la pureza del lenguaje.

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Arlt escribe contra la idea de estilo literario, o sea, contra lo que nos enseñaron que debía entenderse por escribir bien, esto es, pulcro. (…) El estilo de Arlt, dijo Renzi, es lo reprimido de la literatura argentina.

(Ricardo Piglia, Respiración artificial, Anagrama, 2001).

martes, 13 de diciembre de 2011

Dublinés, de Alfonso Zapico


Dublinés, de Alfonso Zapico (Ed. Astiberri, 2011).

Dublinés supone una recreación de la vida de James Joyce desde la narración del cómic, lo que ya de por sí, supone una novedad editorial. Zapico resume la vida del genial autor irlandés y nos muestra algunas de sus vicisitudes en un recorrido que va desde Dublín a París, pasando por Trieste o Zúrich. Llama la atención la mezcla de humor y rigor histórico para retratar a un Joyce putero, bebedor e irresponsable, que se sabe un genio e insumiso a los valores más tradicionales. El humor, tan importante para el autor de Ulises, es llevado con sutileza por Zapico en situaciones cotidianas eficientemente narradas así como con un trazo con ramalazos caricaturescos.

Por tanto, este cómic no es otra cosa que una biografía sobre Joyce. En el caso de Kafka, (que ya comenté con anterioridad en el blog), lo que llamaba la atención era, además del expresivo dibujo de Crumb, la mezcla de realidad y ficción, es decir, el juego entre Franz Kafka y sus propios escritos, que en el discurso narrativo y en el juego de viñetas resultaba enriquecedor. Otro ejemplo sorprendente, es el de Pasolini, un encuentro, del italiano Davide Toffolo (todavía no traducido al español) donde la ficción parte del intimismo y la imaginación y la historia se convierte en un hallazgo visual que supone una visión poética para homenajear al poeta italiano. Si en estas obras el cómic ofrece posibilidades únicas del lenguaje tebeístico, en Dublinés, el resultado se parece más a un biopic. El caso de Zapico es distinto, porque no parece buscar la experimentación, sino la narración clásica y el rigor biográfico. La lectura resulta completa y cumple su cometido. Y ese es su mayor atractivo: leer la vida de James Joyce gracias a un texto fluido y un dibujo ágil y una construcción de personajes rica en detalles y profundidad psicológica que llega de manera amena, todo bajo una mirada divertida. Y si encima, tenemos la posibilidad de encontrar en sus viñetas a personajes secundarios como Tristan Tzara, Ezra Pound, Virginia Woolf o Samuel Beckett, mucho mejor. Eso sí, tanto la obra de Joyce como el propio personaje, se prestan para un experimento más arriesgado.

Quien busque un documento profundo, tendrá que acudir a otras fuentes; pero quien busque una lectura placentera y amena e incluso divertida, encontrará en Dublinés un aliado.







domingo, 4 de diciembre de 2011

Leopoldo María Panero y Claudio Rizzo: un poema



Tu voz, su voz,
las voces todavía en mis laberintos cerrados, nuestras voces se confunden,
no se unen a la mía otra vez y todavía.
(Voces anónimas, voces sin sonido, voces sin eco, voces huecas como los hombres huecos: voces sin voz).
Eres mi sudor que tú mismo diluyes con tus dedos.
Otra vez intento recordar cuando te volviste el otro,
cuando mis pupilas divisaron aquel rayo unir en dos las nubes
que semejaron los cuerpos fundidos.
¿Cuándo sucedió?
Cuando la noche dejó paso a la luz del alba: la penetración
produjo un destello distinto.
De repente la escarcha, toda la escarcha se licuó a su alrededor.
¿Y la nieve?
(Leopoldo María Panero y Claudio Rizzo, Tensó, Hiperión, Madrid, 1997).

jueves, 1 de diciembre de 2011

Notas de Ingmar Bergman II

Yo diría que no hay forma de arte que tenga tanto en común con el cinematógrafo como la música. Ambos afectan nuestras emociones directamente, no por vía del intelecto. Y el cinematógrafo es principalmente ritmo; es inhalación y exhalación en continua secuencia.

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Cuando el cine no es un documento, es sueño. Por eso Tarkovski es el más grande de todos. Se mueve con una naturalidad absoluta en el espacio de los sueños; él no explica, y además, ¿qué iba a explicar? (…) Fellini, Kurosawa, Buñuel se mueven en los mismos barrios que Tarkovski.

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Actualmente el clima cinematográfico en Suecia no es ni el pálido reflejo de su vitalidad a mediados y finales de los años sesenta. Las reacciones de autodefensa del poder establecido entre 1968 y 1970 contra los movimientos anticapitalistas de la sociedad sueca (con la ayuda de maquinaciones burocráticas contra los jóvenes cineastas de izquierda comprometidos en una acción crítica y la declarada codicia de las compañías comerciales), han destruido y alienado el cine sueco polémico y experimental o bien lo han neutralizado reduciéndolo a un nivel de mediocridad idealista y provinciana…

(Ingmar Bergman, edición de Juan Miguel Company, Cátedra, Madrid, 1999).