jueves, 31 de marzo de 2011

Cuadernos de guerra, de Raúl Zurita



Cuadernos de guerra, de Raúl Zurita (Ed. Amargord, 2009).

Leer a Raúl Zurita (Santiago de Chile, 1950) supone una experiencia intensa a la vez que agotadora. Su poesía duele y atrapa a partes iguales, porque intenta reflejar lo que el mundo tiene de salvaje y loco, de horroroso y bello. Cuadernos de guerra, primer número de la colección Transatlántica, dirigida por el poeta Juan Soros, viene a martillearnos con fuerza ya desde su propio título.

Uno de los aspectos que más llama la atención de Cuadernos de guerra es la unión de política y poesía. Los poemas hablan sobre Chile pero también sobre Hiroshima, Auschwitz y las Malvinas. Experiencias ligadas a acontecimientos reales, recuerdos, sueños y pesadillas, dibujadas por poderosas imágenes. Sin embargo, muchos poemas buscan ahondar en cómo los sueños y la mente humana en general, solapan múltiples espacios o momentos, e incluso personajes, sirviéndose de un hilo conductor para que la escena tenga un sentido reconocible por el lector. Los personajes que pululan por el espacio poético pueden extrapolarse unos a otros en distintos poemas, ya que el discurso superpone los planos espacio-temporales en su intento de reconstruir el miedo, el silencio de la guerra y las injusticias humanas. Así, el Zurita niño puede ser también la niña japonesa Yazuhiko, P, o LV Beethoven. En ese entramado polifónico las ciudades o los países se (con)funden: Chile, Hiroshima, México, las Malvinas, Auschwitz. Todo (con)fluye en un contexto de guerra, dolor, y locura.

Ante semejante riqueza expresiva y narrativa, el libro presenta asimismo una coherencia estructural que afecta a otros elementos poéticos, como el ritmo creado a partir del entramado de enunciados o títulos de poemas que suponen variaciones de un mismo tema, como “Cielo abajo”, la serie de “Flotas”, “Su roto + sustantivo”, “LVB”, “Si solo oyeras”, y varios más, apoyando esa idea constructiva de fusión y continuidad, otorgando al libro una escritura sólida además de lúdica.

Zurita parece involucrarse en la memoria colectiva, por ello la voz poética vulnera las coordenadas espaciales, así como temporales. En esos saltos en el tiempo, el poeta chileno introduce varios personajes históricos, como es el caso de Cristóbal Colón, Augusto Pinochet o Beethoven. Esto produce cierto extrañamiento, unido a la inserción de historias ficticias mezcladas con algunos de esos personajes “reales”. Una muestra de ello es el magnífico poema “Rotas carreteras. En el sueño 115”:


Y adelante cubriendo de lado a lado la aurora cientos

de playas subían


En el sueño 115 recortándose entra las líneas blancas

de las rompientes y las rotas carreteras el amanecer

destellando


Mostrando arriba las radiantes bahías y a un costado las

tres carabelas detenidas frente a una bomba de gasolina

con las velas recogidas silenciosas preguntando por

nuevos rumbos


Mirando América que emergía en el final del sueño 115

fundiéndose con la enorme rada de la aurora Capitán

amanece: le dije a Colón mostrándole el nuevo mundo

que subía encumbrándose cielo arriba Sólo peladeros

muertos me respondió él despidiéndose frente a las

viejas playas donde nos mataron ya ido de espaldas

enfilando su camión hacia las carreteras de otros sueños


Ante la fuerza del paisaje chileno, el poeta es capaz de nombrar el silencio fundiendo poesía y política: “Sinfónicas en derrota del desierto llanuras arenales y / piedras que gritan: nadie escuchó nada”. La presencia del desierto, el océano o las playas, adquiere una importancia mayor que la propiamente paisajística, formando un espacio “escultórico” donde se instala la poesía, adquiriendo una voz que permita alentar los márgenes de la historia llena de catástrofes. Por ello, la idea de “visión” va unida a la de “reconstrucción” y ambas suponen una constante en los poemas, además de constituir el germen poético:

Estoy tendido en el suelo, con los ojos abiertos, y mientras escucho los gritos reconstruyo las escenas borrosas de un despertar.

Si hay reconstrucción, es porque antes ha habido destrucción. Y la poesía permite esa deuda con el vacío que es la creación de belleza.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Un hombre en el umbral obtiene una Mención del Premio Ausiás March

Un hombre en el umbral ha obtenido una Mención del Premio Ausiás March a los mejores poemarios de 2010 por el Colectivo de Crítica de poesía Addison de Witt.

Los miembros del jurado han votado sobre un total de 328 libros. He aquí los ganadores:

Accésit al Premio Ausiás March al mejor libro publicado en España en 2010

José María Castrillón. “gramos”. Trea

Yaiza Martínez. “Siete – Los perros del cielo”. Club Cultural Leteo

Julieta Valero. “Autoría”. DVD


Finalista al Premio Ausiás March al mejor libro publicado en España en 2010

Marta López Luaces. “Los arquitectos de lo imaginario”. Pre-Textos


Mención especial al Premio Ausiás March al mejor libro publicado en España en 2010

Mar Benegas. “Niña pluma, niña nadie”. Amargord

Tobías Campos. “Llaves extremas”. Vitruvio

Carlos Huerga. “Un hombre en el umbral”. Amargord.

Abelardo Linares. “Y ningún otro cielo”. Tusquets

Clara Janés. “Río hacia la nada”. Plaza & Janés.

Mariano Peyrou. “Temperatura voz”. Pre-Textos Poesía.

Andrés Sánchez Robayna. “La sombra y la apariencia”. Tusquets.


Muchas gracias a los que han votado Un hombre en el umbral.

Enlace del blog Addison de Witt: aquí.

jueves, 10 de marzo de 2011

Aerolitos de Carlos Edmundo de Ory



El poeta es el gallo del anochecer.

*

Mi alma de solitario y guardabosque.

*

El hombre herido de muerte al nacer se hospitaliza en el mundo.

*

Un poema es la autobiografía del sueño.

*

Agujerear el vacío.

*

Llueve luego existo.


(Carlos Edmundo de Ory, Los aerolitos, Calambur, Madrid, 2005).

viernes, 4 de marzo de 2011

Notas de Ingmar Bergman I

El cine nada tiene que ver con la literatura; el carácter y la substancia de estas dos formas de arte se hallan generalmente en conflicto. (…) La palabra escrita se lee y asimila por un contacto consciente de la voluntad en unión con el intelecto; poco a poco afecta a la imaginación y las emociones. Con una película el proceso es distinto. Cuando sentimos un film, nos preparamos conscientemente para la ilusión. Poniendo a un lado la voluntad y el intelecto, le abrimos paso a nuestra imaginación. La secuencia de tomas actúa directamente sobre nuestros sentimientos.

*

No deseo escribir novelas, cuentos, ensayos, biografías, ni siquiera piezas de teatro. Solo deseo hacer films –films sobre condiciones, tensiones, imágenes, ritmos y personajes que son importantes para mí- de una u otra forma.

*

El cine es una manera de vivir y esa manera de vivir es una manera de mirar. Yo no puedo dejar de mirar.


(Ingmar Bergman, edición de Juan Miguel Company, Cátedra, Madrid, 1999).