viernes, 31 de diciembre de 2010

Definiciones de mapa


Hace tan solo unos días estuve en León y pude conocer el MUSAC, el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, y lo cierto es que me ha gustado mucho. Llevaba varios años con ganas de conocerlo. Me fascina el edificio anguloso, lleno de cristales de colores donde se refleja el sol al atardecer, dotándolo de una belleza casi irreal.

Había una exposición, titulada “Modelos para armar. Pensar Latinoamérica desde la colección MUSAC” (que durará hasta el 9 de enero de 2011), heterogénea y sugerente, una pequeña muestra del arte que se hace en Latinoamérica. Me llamó la atención un hermoso texto junto a un mapa. Lo dejo aquí como una muestra de la exposición, y también porque creo que ese texto contiene una reflexión sobre la literatura y el arte en general, así como sobre el ser humano en particular.


“J’écris pour me parcourir”

Henri Michaux

“On ne compendrait pas le finit sans l’infinit”

Nouveau Traité d’Astronomie à l’usage des demoiselles

Prólogo

El universo, escribió Lewis Carroll, contiene cosas, por ejemplo yo, Londres, el color escarlata, la carta que recibí ayer. La lista podría aumentarse porque el universo, se sabe, coincide con el infinito sueño de ser Nada. Así, alguien podría proponer el otoño del año 1536, o un vasto río aéreo de pájaros dolientes, o los chicos que se enamoraron de la maestra, o el poema justo, el que se conoce antes de ser leído, y todavía nada se habría agotado, nada habría empezado a perder su derecho al vacío.

Quizás por esa razón, lo que llamamos un mapa es un conjunto de líneas diversas que funcionan al mismo tiempo como armadura, premonición, código lingüístico y colección arbitraria de la memoria. Hay líneas que representan algo y otras que son abstractas. Las hay que forman contornos y las que no, éstas son las más hermosas. Las líneas son los elementos constitutivos de los acontecimientos, los que vivimos con otros, los que vivimos a solas, los que soñamos o tenemos, algo así como un escenario dispuesto para el periplo de los deseos. También son las coordenadas que nos ayudan a perdernos, a agotar aquello que sabemos, y así llegar más rápido al cansancio y a la entrega. No sería otra cosa la escritura, el sueño de unos paseos interminables por paisajes olvidados, una grafía incierta donde cada lugar es un mundo (un espacio interior) que indica solo lo impronunciable: esa quietud inspirada donde buscamos reconocernos, unirnos a aquello de nosotros mismos que pertenece al Absoluto, en el que todo participa.

M. N.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Kafka, lector de Dostoievski


Memorias del subsuelo forma parte de esos libros de finales del siglo XIX y principios del XX, que, sin pertenecer a la estirpe de las “grandes novelas” (Madame Bovary, La Regenta, Los hermanos Karamazov, etc), brillan por su agudeza y profundidad, y sobre todo, por adelantarse en varios aspectos al absurdo de Kafka, Gombrowicz o Beckett. Entre esas novelas o relatos, tenemos Bartleby el escribiente de Herman Melville, Bouvard y Pécuchet, de Gustave Flaubert, Los duelistas de Joseph Conrad y por supuesto, Memorias del subsuelo, de Fiodor Dostoiveski, publicada en 1864.

Lo sorprendente de estas obras es que ya tratan de manera más o menos incipiente el absurdo en varias de sus formas, al dibujar al hombre en un contexto que lo abruma y lo convierte en un pelele. En el caso de Memorias del subsuelo, Dostoievski desarrolla la conciencia del hombre como único sostén de libertad, y sin embargo, anzuelo para que el hombre se sienta atrapado. Todo ello contado por un narrador irónico y desesperado, algo, por cierto, muy propio del siglo XX. Un narrador que finta, amaga, abre un camino y después lo prende. ¿No es eso la novela moderna, cuestionar los límites de la verdad, poner al hombre contra las cuerdas y mostrarlo tal y como es: un pedazo de conciencia que se contradice continuamente?

Independientemente de los aciertos e intereses de esta novela (que son muchos), quiero destacar un aspecto que me ha llamado poderosamente la atención: la influencia de Memorias del subsuelo en dos obras claves del siglo XX: La metamorfosis de Franz Kafka (que comentaré aquí) y Ferdydurke de Witold Gombrowicz (que desarrollaré en otro artículo).

Veamos el comienzo del capítulo II de Memorias del subsuelo. Dice el narrador y protagonista: “Les apetezca o no escucharme, ahora quiero contarles por qué no pude ni siquiera convertirme en un insecto. Les diré solemnemente que muchas veces quise convertirme en un insecto. Pero ni siquiera eso logré”. Cuando leí este fragmento, pensé que Kafka lo había leído fascinado hacía muchos años y que entonces algo se encendió en su cabeza. El hombre del subsuelo es un ser humillado y piensa que si se convirtiera en un insecto, dejaría de tener conciencia, porque, como él mismo dice: “tener exceso de conciencia es una enfermedad”. Sin embargo, Kafka sí pudo logarlo, o mejor dicho, Gregor Samsa consiguió lo que tampoco el autor checo pudo hacer: convertirse en un insecto ante la indiferencia total de sus familiares, compañeros de trabajo y amigos, transformarse en un animalito ante la incapacidad de ser hombre en un mundo asfixiante y kafkiano. En el caso del hombre del subsuelo (recordemos que no tiene nombre, aunque bien podría llamarse K.), se trata de un burócrata o funcionario (como K. o Gregor Samsa) que por un lado, proclama ser superior y más inteligente que el resto de los mortales, pero por otro, sufre un importante complejo de ego. La diferencia más notable entre La metamorfosis y Memorias del subsuelo es que la primera, narra la transformación, mientras que la segunda, teoriza, y después visualiza el momento anterior a la metamorfosis. Recordemos el famoso comienzo de La metamorfosis: “Cuando Gregor Samsa despertó una mañana de un sueño inquieto, se encontró en la cama convertido en un monstruoso insecto”. De manera que Kafka narra lo que el hombre del subsuelo había deseado. La idea estaba apuntada por Dostoievski, pero Kafka la desarrolló. Ambos personajes, el anónimo protagonista de la novela de Dostoievski y Gregor Samsa comparten su camino hacia la nada, su desesperación, su incomunicación con el mundo, su mundo como una pesadilla de la que no pueden despertar.


En las novelas de Kafka, los personajes están atrapados por las garras de un destino del que no pueden escapar. K. mira hacia el castillo (en la novela de mismo título) desde el camino repleto de nieve y lo ve lejano y envuelto en niebla, pero esa niebla, es la bruma del aparato burocrático que lo mantiene paralizado, la fuerza de los dioses que incapacitan al hombre en su intento de actuar con libertad. Tanto para K, como para el hombre del subsuelo, el mundo es algo inaccesible. “Usted no es del castillo, usted no es del pueblo, usted no es nada. Pero por desgracia usted sí es algo, un forastero, alguien que está de más aquí, que estorba allí donde va” le dice uno de los personaje a K. en El castillo. ¿No es esto lo que le ocurre al hombre del subsuelo cuando intenta establecer vínculos con sus excompañeros del colegio? Ellos se ríen de él y lo desprecian, le hacen saber que estorba. El hombre del subsuelo y Gregor Samsa, no son más que hombres sin atributos.

No es extraño, por tanto, que los protagonistas de ambas novelas compartan un microespacio vital cerrado, aislado del resto de la sociedad. Decía Voltaire aquello de: “Como no he conseguido hacer más sensatos a los hombres, he preferido vivir lejos de ellos”. El hombre del subsuelo parece cumplir esta reflexión, de ahí la importancia del “subsuelo”, como una madriguera que lo mantenga confinado. En el caso de La metamorfosis, Gregor Samsa vive recluido en su habitación, cuando ya, convertido en un insecto, se esconde de los demás: “Durante los catorce primeros días los padres no lograron superar su aversión y entrar en la habitación de Gregor”. La alegoría kafkiana viene determinada por la distancia que hay entre el propio Kafka y la sociedad. No olvidemos que el autor checo encontraba en su cuarto un reducto de libertad para escribir, aunque ni siquiera allí podía sentirse a gusto, como refleja en su relato “El gran ruido”. Porque el hombre, tanto en Dostoievski como en Kafka, no puede vivir alejado del resto de los hombres. Y ahí radica el principal conflicto. Kafka, que leyó a Dostoievski, seguramente comprendió este gran problema del hombre moderno.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Enrique Morente (1942-2010)


Enrique Morente era muy grande. Yo no soy ningún entendido de flamenco, sin embargo, me gusta, aunque sobre todo, me gustaba Morente. Hay dos discos suyos que considero imprescindibles dentro de la música española: “Omega”, junto a Lagartija Nick, una obra maestra, donde Morente supo fundir rock, poesía y flamenco, homenajeando a Federico García Lorca y Leonard Cohen, y “Lorca”, un disco que como su título sugiere, rinde tributo al genial poeta granadino. De hecho, este disco me acercó al flamenco. Dicen los entendidos que Morente revolucionó el flamenco y que amplió sus fronteras hasta límites insospechados. Recuerdo cuando Lee Ranaldo y Steve Shelley, integrantes del grupo neoyorkino Sonic Youth, vinieron a Madrid para inaugurar la exposición “Sonic Youth etc.: Sensational Fix” y Morente los acompañó dando unas palmas sobre los ruidos creados por los sónicos -no tan jóvenes ya- en el hall del Centro de Arte 2 de Mayo de Móstoles. O sus colaboraciones con grupos de pop-rock como Los Planetas o Sr. Chinarro. O sus más que posibles incursiones en la música electrónica si no hubiera muerto tan pronto. Siempre transgrediendo, experimentando, ampliando fronteras. El tiempo lo pondrá en su lugar, pero la sensación es de que se ha ido uno de los artistas españoles más importantes de las últimas décadas. Ahora, solo queda escuchar su arte, que es mucho.

Añado un vídeo de Omega, proyecto de Morente y Lagartija Nick.


lunes, 13 de diciembre de 2010

Eduardo Moga en Canal-L

Interesantísima entrevista de Canal-L al poeta Eduardo Moga, que presenta su libro Bajo la piel, los días (Ed. Calambur). Creo que muchas de las cosas que viene diciendo Moga, tanto en sus libros, como en entrevistas, son reveladoras y además necesarias, para que la poesía obtenga mayor amplitud de miras. Hay bastantes prejuicios en una sociedad muchas veces anquilosada, y la poesía (y los poetas) debería romper esos límites. Las reflexiones acerca de los poetas contemporáneos, la industria, la escritura o la poesía en prosa aclaran muchas cuestiones difíciles de reconocer, por incómodas. No nos vendría mal leer a Moga y también al resto de poetas bajo la mirada de Moga.



jueves, 9 de diciembre de 2010

Presentación de mi libro Un hombre en el umbral



El próximo sábado 11 de diciembre, presentaré mi libro Un hombre en el umbral en la librería Tipos Infames de Madrid. El acto contará con una lectura de poemas y proyecciones audiovisuales. Me acompañarán los poetas Luis Luna (responsable de la Colección Fragmentaria de poesía de Ediciones Amargord) y Óscar Curieses.

Sábado 11 de diciembre a las 20h. Librería Tipos Infames (C/ San Joaquín 3, Malasaña, Madrid).

http://www.tiposinfames.com


martes, 7 de diciembre de 2010

José Viñals


La antología de Caballo en el umbral de José Viñals, publicada recientemente, ha sido todo un descubrimiento para mí. Viñals es un poeta mayor y este libro, necesario, viene a corroborarlo. Hablaré en otro momento del libro, ahora me dispongo a mostrar algunos de sus excelentes poemas.


Caballo en el umbral de José Viñals


He acatado las voces. Soy miserable y bobo, tengo un lugar en el festín de la inmundicia.

La gallina dorada pone su huevo y se sacude el mundo acojinado entre las plumas.

El martinpescador atraviesa los ojos del pez ebrio de dichas genitales que iba confiado a desovar en los remansos.

En el verdín orinan las arañas, dejan sinuosas huellas cenicientas.

El poeta camina por la página como un rey sin alcurnia, escribe puntuaciones con un bastón hereditario y se sienta a peer sobre los márgenes.

El idioma, Job pustuloso, restriega sus espaldas en la corteza de la encina salvaje y hociquea en los lodos urinarios.

Dios-pájaro ululante de ciega llaga hiende los robledales y se estrella en el cielo; su voz queda temblando como un coágulo de tinta congelada bajo la rotativa que no imprime la página del alba, como un cangrejo a quien aplasta la llanta matutina del carro de basuras.

El abyecto mendigo lava su cara con el agua de lluvia que chorrea por la columna telegráfica y se seca la boca con un ala de alondra de sucio trapo amarillento.

La obediencia camina de rodillas como una monja asesinada.

El asco de mí mismo, feto emplumado, me remueve las vísceras.

Voy a ser vomitado, a vivir por asfixia, atragantado de jilguero.

*

Monté a mi caballo y me fui a recorrer el mundo. Por el ventanuco de una casa de adobe vi a una parturienta. En la cuneta vi una guitarra rota. A la entrada del bosque vi a una pequeña bruja -o lo que fuera- orinando sobre una rana viva. Ya no tengo tiempo de volver a mi país: soy demasiado viejo. ¿Qué haré con mis visiones?

*

Para cruzar la noche,

el gallo inventa magias.

No puede con su insomnio:

ha visto ya la luz.

*

No escribas el poema. No lo escribas, he dicho. Mira por la ventana: sólo son cuervos y hasta media decena de palomas. Y, por supuesto, gatos flacos y amarillentos. El parque en sí no es nada interesante.

No escribas el poema, sal a la calle. ¿Ves a ese hombre con sombrero sentado en uno de los bancos del paseo? Eres tú mismo con guantes negros, por el frío.

Ese hombre está muerto. ¿Ves tu libreta sobre la escarcha? Deja el poema o no te enterarás de tu silencio.


José Viñals, Caballo en el umbral (Antología poética. 1958-2006), edición de Benito del Pliego y Andrés Fisher, Editora Regional de Extremadura, 2010.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Notas de Robert Bresson II

Crear no es deformar o inventar personas y cosas. Es unir entre personas y cosas en tanto que existen, relaciones nuevas.

*

Película de X donde las palabras no están ligadas a la acción.

*

EL CINE SONORO HA INVENTADO EL SILENCIO

*

Película de cine donde las imágenes, como las palabras de un diccionario, solo tienen poder y valor por su posición y relación.


(Robert Bresson, Notes sur le cinématographe, Gallimard. Traducido del francés por C. H.).




domingo, 28 de noviembre de 2010

Allen Ginsberg Sings Blues

La web del cineasta vanguardista Jonas Mekas (uno de los padres del cine underground neoyorkino así como del diario documental) es una verdadera filmoteca de Babel, un espacio alternativo que contiene infinidad de archivos fílmicos realizados por el creador de origen lituano. El diario es uno de los géneros que más ha cultivado, y así puede verse en su web, de donde procede esta pieza sobre Allen Ginsberg.

Jonas Mekas llegó a un acuerdo en 2006 con Apple para publicar 365 cortometrajes -un por cada día del año- para ser reproducidos en formato iPod, y actualmente, están disponibles en su página de internet (http://jonasmekasfilms.com), donde hay material audiovisual de distinta índole. La oportunidad de poder ver las piezas de uno de los grandes realizadores de documentales es algo impagable. Uno de los aspectos que definen los documentales de Mekas es intentar captar la realidad al modo como él lo está viendo y sintiendo. Creo que esta pieza lo consigue. Aquí os dejo esta pequeña maravilla.


miércoles, 24 de noviembre de 2010

AMC 313 en La Tabacalera de Madrid


El grupo de improvisación poética y sonora AMC 313, compuesto por Óscar Curieses, Edith Alonso y Antony Maubert, actuará en La Tabacalera de Lavapiés el viernes 26 con la improvisación TRAINtoMACHADO.

El proyecto surge de la serie de sonidos creados por Edith Alonso y Antony Maubert sobre el poema "Esa es la voz que escuché: ponies que se agitan bajo los árboles en las montañas otoñales" de Óscar Curieses. La parte sonora y textual varía en cada actuación y constituye únicamente el punto de partida de la pieza.

Viernes 26 de noviembre a las 21h00.
La Tabacalera (C/ Embajadores 53, Madrid). Espacio Molino Rojo.

Más información:

miércoles, 17 de noviembre de 2010

99 ejercicios de estilo, de Matt Madden


99 ejercicios de estilo, de Matt Madden (Ed. Sins Entido, 2007).

Si el escritor francés Raymond Queneau escribió el famoso Ejercicios de estilo para llevar a cabo una experimentación sobre las diferentes variaciones a la hora de escribir literatura y sobre todo, ejemplificar cómo la literatura es un lenguaje rico que el escritor puede tallar y modelar a su gusto, el estadounidense Matt Madden, siguiendo el modelo de Queneau, realiza un experimento similar sobre el cómic, demostrando que este arte tiene enormes posibilidades plásticas y narrativas. Además, Madden aporta una mirada crítica y lúdica para confeccionar una Poética del Cómic. Ya antes Scott McCloud publicó Entender el cómic y La revolución de los cómics, dos libros imprescindibles para comprender mejor el noveno arte, así como Will Eisner con El cómic o el arte secuencial o el guionista y teórico franco-belga Benoît Peeters con otro libro indispensable, Lire la Bande Dessinée. Matt Madden amplía la visión del arte del cómic con un libro que está a la altura de aquellos otros, si bien 99 ejercicios de estilo contiene grandes dosis de humor, intertextualidad y originalidad. No es fácil sintetizar poéticas de cómic en viñetas, y Madden no solo lo logra, sino que lo borda.

Destaca la unión de estética y pensamiento, siempre bañado por un tamiz irónico que agiliza la lectura y el visionado de sus páginas, que casi parece velar la meditada reflexión que hay en cada una de ellas. En los diferentes ejercicios de estilo podemos apreciar una gran diversidad de recursos narrativos (fotonovela, tapices, caligramas, publicidad), así como infinidad de homenajes explícitos (desde los creadores clásicos del género, como Rodolphe Töppfer, George Herrimann o Winsor McCay, hasta los más actuales, como Art Spielgelman, Daniel Clowes o Chester Brown, e incluso críticos significativos como el propio Scott McCloud o Thierry Groensteen). Madden logra fundir recreaciones y divertimento, como en el capítulo “Ligne Claire”, rindiendo tributo a Pascal Hergé; en otros capítulos, como el denominado “Digital”, el humor se apodera de la página. Pero no todo son homenajes, pues Madden también juega con las maneras de contar el cómic desde estilos completamente adversos, como podemos apreciar en “En una viñeta” y su opuesto “En treinta viñetas” (es decir, la economía de recursos frente a la narración detallada y prolija), o en los distintos puntos de vista narrativos (“Subjetivo”, “Monólogo”, “Desde arriba”, etc). Los recursos de Madden (que son los del arte secuencial) son inagotables.

99 ejercicios de estilo teje una red llena de vasos comunicantes, reconociendo las distintas aportaciones de autores al noveno arte, pero también ampliando sus propuestas. Madden demuestra que el cómic posee un lenguaje propio y que lleva tiempo creando estilos diferentes. Desde hace aproximadamente 10 años, se viene diciendo que el cómic está pasando por una Edad de Oro, y este libro viene a reforzar esa idea. La única pega es que al final, puede parecer que queda un poso demasiado americanizado en la relectura del cómic que ejerce Madden, lo que puede comprenderse si nos atenemos a los últimos 40 años de cómic, donde la aportación del gigante americano (incluido Canadá) es enorme en tendencias y figuras, pero se echa de menos alguna referencia más al cómic franco-belga y europeo. En todo caso, el lector aficionado al cómic agradecerá estos homenajes, y disfrutará con la capacidad sintética y lúdica de Madden. Estamos ante un libro que será pronto un clásico del género.

(Reseña publicada originariamente en www.deriva.org y modificada ligeramente).

domingo, 14 de noviembre de 2010

Festival Yuxtaposiciones 2010

El pasado viernes 5 de noviembre asistí por primera vez al Festival Internacional de Poesía y Polipoesía Yuxtaposiciones en la Casa Encendida de Madrid, y pude ver cuatro actuaciones estimulantes. Poesía, spoken word, performance y mucha intensidad.

Eloy Fernández Porta realizó un montaje basado en el ensayo y las imágenes visuales, acompañado de música, ironía, poesía y crítica social. El alemán Dirk Huelstrunk, poeta y artista sonoro, demostró las posibilidades de la experimentación con la voz y los sonidos, aportando capas y texturas de sonidos y ruidos, donde podía leerse entre líneas la dificultad de la comunicación (no en vano, lo primero que dijo Huelstrunk al presentarse fue que Madrid era una ciudad muy ruidosa). El estadounidense Bryan Lewis Saunders fue un tornado que se llevó todo por delante. Apadrinado por Lydia Lunch, y calificado como un hijo bastardo de William S. Burroughs, su spoken word unía imágenes violentas y en muchos casos escatológicas con textos directos y críticos con la sociedad de consumo y la juventud. Pero el plato fuerte fue el postre. Linton Kwesi Johnson fue sobrio e impactante. Su dub poetry comenzaba a adoptar forma: la poesía cobraba ritmo, gracias a una voz que parecía suplir a un bajo y a una batería, sumado a la potencia de un discurso político en favor de los derechos de los afroamericanos. Cuando Johnson hubo terminado, la gente tardó unos segundos en reaccionar antes de aplaudir, el impacto del jamaicano fue grande.

Dejo algunas muestras.

Bryan Lewis Saunders

Linton Kwesi Johnson en el Festival Internacional de Poesía de Medellín.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Jaume Plensa



Esta noche he visto en La 2 (¿dónde si no?) un documental sobre el artista plástico Jaume Plensa, al que no conocía, y me ha parecido no solo revelador, sino un hombre honesto y de una humanidad inusitada. El documental se ha basado más en obras recientes donde se mezclan las artes plásticas, el lenguaje y la biología, como “Dream”, esa gran cabeza alargada de 20 metros de altura de una niña de 9 años clavada en el campo en la ciudad de St. Helens, cerca de Liverpool, y me ha sorprendido gratamente la reacción de la gente que fue a la inauguración, y cuando digo gente, me refiero a tres generaciones distintas, abuelos, padres y nietos; y todos resultaron muy emocionados y agradecidos con el artista... Es decir, el arte contemporáneo, que muchas veces es calificado como conceptual e incomprendido, aquí parece haber completado el acto de comunicación, pues ha llegado a emocionar y a conectar con el pueblo... También me han gustado mucho “Twins”, las esculturas de alabastro de dos personas pensantes, creadas con letras de 8 abecedarios distintos (griego, hindi, latín, etc), porque según Plensa, las culturas distintas unen y no separan, sirven de comunicación más que de incomprensión. Por cierto, en ambas piezas, la posibilidad del espectador de interactuar con ellas es trascendental. Me parecen esculturas tremendamente poéticas.









martes, 9 de noviembre de 2010

Houellebecq y sus ciclotimias


Hoy he leído una entrevista en El País a Michel Houellebecq (aquí) y me he quedado perplejo cuando ha reconocido que apenas conoce literatura española. Excepto Pérez Reverte y Vázquez Montalbán.

He de decir que soy un lector de Houellebecq, de toda su obra; considero Las partículas elementales y sobre todo La posibilidad de una isla dos novelas indispensables de la literatura de los últimos años. Sé que es un escritor provocador y contradictorio, que se ha metido en varios líos porque tiene una lengua larga y viperina. “Como muchos franceses, conozco a Borges y la cosa se queda más o menos ahí”, afirma el francés. Si esto es cierto, Houellebecq se jacta de no haber leído a Onetti, Rulfo, Cortázar, García Márquez, etc, lo que me parece difícil de creer. Puedo entender que a un francés de mediados de siglo XX no le preocupara no haber leído a Martín Santos o Ignacio Aldecoa, incluso a Miguel Delibes, pero dudo mucho que un escritor francés actual no conozca a Roberto Bolaño, Enrique Vila-Matas, Ricardo Piglia, Fogwill o Sergio Pitol (incluso me atrevería a citar a otros escritores más jóvenes como Ray Loriga, Manuel Vilas o Fernández Mallo). Porque conozco algo el mercado francés y estos escritores están no solo traducidos y perfectamente publicados en Francia, sino muy bien considerados tanto por la crítica especializada (Le Magazine Littéraire, Le Matricule des Anges, Les Inrockuptibles) como por el público. De hecho, varias veces he leído artículos sobre el interés del mercado francés en la literatura hispánica actual, cada vez más presente en su prensa cultural. Si uno se dirige al FNAC de cualquier ciudad francesa observará que hay una sección dedicada a la literatura española e hispanoamericana contemporáneas. O sea, que el señor Houellebecq se ha tirado un farol. O a lo mejor no. Pero entonces, ¿por qué el autor de Plataforma esgrime una serie de justificaciones banales acerca de los prejuicios de una cultura imperialista que mira de reojo –o incluso no mira- a sus coetáneos más sometidos? ¿No podría tratarse de otra de sus despiadadas y a veces absurdas provocaciones? En algún momento de la entrevista, habla de ciclotimias (“Estado mental caracterizado por alternativas de exaltación”, según el María Moliner y “psicosis maníaco-depresiva”, según el DRAE). ¿Será una boutade? ¿O es que Houellebecq menosprecia la cultura hispánica? Para escribir hace falta tener altibajos, momentos de sobreestimación de uno”, arguye el autor de Extensión del campo de batalla. ¿No se tratará, en cambio, de otro escritor bourgeois que se cree el ombligo del mundo? ¿Podrá ser cierto que el señor Houellebecq no conozca más que la cultura institucional y dominante ("soy de cultura francesa, un poco más anglosajón, como todos, aunque conozco más literatura alemana y rusa que el autor promedio francés)" y sea un incompetente en literaturas periféricas y emergentes? Yo, a pesar de sus declaraciones contumaces y chauvinistas, y de su cultura imperialista, seguiré leyéndolo a través de sus novelas, porque me parece un escritor necesario, contradictorio, irreverente (como Borges, ese escritor que sí conoce "como muchos franceses"). Por cierto, Michel Houellebecq acaba de publicar la novela La Carte et le Territoire. En cuanto tenga tiempo, acudiré a la librería a por ella sin dudarlo.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Notas de Jim Jarmusch I

Mi estética es minimalista. Hago películas sobre las pequeñas cosas que ocurren entre los seres humanos.

*

En la mayoría de las películas, si un chico recibe una llamada de teléfono de su novia que le dice “ven a verme”, el siguiente plano que se insertará en la sala de montaje será el del chico llegando a la puerta de la casa de la novia. Sin embargo, yo estoy más interesado en lo que le ocurre de camino a casa que en las otras dos secuencias. ¿Qué vio el chico en el tren? ¿Qué comió? A mí me interesa lo que ocurre en el medio.

*

En vez de buscar un argumento que quiero contar y luego añadir los detalles, yo acumulo detalles y entonces intento construir un argumento.

(Jim Jarmusch y el sueño de los justos, edición de Breixo Viejo, Ediciones JC, 2001).

jueves, 28 de octubre de 2010

Diario de un fantasma, de Nicolas de Crécy



Diario de un fantasma, de Nicolas de Crécy (Ed. Ponent Mon, 2007).

Dentro del actual panorama del cómic francobelga (ya es una realidad desde hace años que la “La Nouvelle Bande Dessinée” -literalmente, “El Nuevo Cómic o Tebeo”- francobelga vive un momento prolífico y rico en propuestas), hay que decir que están creando nuevas ideas que ayudan a renovar el lenguaje del noveno arte. Es por ello que mucha gente habla de Nouvelle BD (Pascal Rabaté, Joann Sfar, David B, Blutch, Christophe Blain, Nicolas De Crécy, Dupuy & Berberian), y no les falta razón si nos atenemos a la calidad de muchas de sus publicaciones y a la prolijidad de sus mejores autores. Además, muchas de las propuestas de estos autores suponen historias narradas desde varios puntos de vista, cuestionando e investigando las posibilidades expresivas del cómic.

Diario de un fantasma narra en dos partes un atípico diario de viaje en dos países muy distintos. La primera parte transcurre en Nagoya, Japón, la segunda en Recife, Brasil. El protagonista es un extraño ser que bien podría ser un fantasma, pero que ante todo, es una metáfora de la creación, del estilo, de la forma, que necesita observar la realidad para después poder dibujar un cómic; recrear una realidad y darle forma artística. Esto es lo que subyace a las dos historias, pero externamente asistimos a una especie de diario de viaje, descubriendo realidades nuevas para el viajero. Japón como un crisol de modernidad e imagen, Brasil como un magma de pobreza social a la vez que una importante fuente de inspiración artística y espiritual.

Lo más notable es la reflexión sobre la mirada y la imagen que de Crécy logra llevar a cabo, así como todo lo que concierne el proceso creativo del artista de cómic, siempre tamizado con un fino humor que muchas veces se torna crítico con la sociedad (ya sea el mundo moderno y la publicidad o el merchandising del mundo del cómic) y que también sabe ser autocrítico, por lo que al final resulta una lectura heterogénea, divertida y original. Así, como la mayoría de compañeros de generación, Nicolas de Crécy aprovecha una historia un tanto volátil para investigar en las formas, experimentar con el grafismo, en un intento de una nueva manera de contar, sin desligar el importante componente reflexivo y el proceso creador del autor frente a la página en blanco.

El diario, o la forma diarística mezclada con la carneística ofrece mucha libertad, pero lo que aquí parece proponerse de Crécy es analizar la propia creación del cómic a partir de hechos autobiográficos, por lo que al final podríamos afirmar que esta novela gráfica es una obra de autoficción (al más puro estilo literario, desde Witold Gombrowicz hasta Enrique Vila-Matas) que además de contar una historia o varias, enfrenta al personaje principal con lo Otro, asimilando la situación de otredad con el proceso de escritura y de dibujo. Entonces, el cómic pasa a ser el objeto propio del discurso. Hablamos de metalenguaje.

(Reseña publicada originariamente en www.deriva.org).

miércoles, 20 de octubre de 2010

Poemas de mi libro Un hombre en el umbral (Amargord, octubre de 2010)


Cuervos

Todo podría ser como estos cuervos que se ciñen en su vuelo para no caer en este río seco que arrampla la tierra, donde los escombros y la suciedad alientan en sus márgenes la constancia de la muerte.

El transeúnte que mira el río zigzaguear, confunde el brillo del asfalto con la plata del agua. Los peces son ratas doradas por el sol. El salitre y el limo parecen esculturas talladas por el tiempo, vestigios de una incertidumbre que no existe. La destrucción espera paciente mientras los perros ladran a los cuervos.

Alguien dice que el graznido de los cuervos es hostil a la esperanza. Mas la esperanza es amarga en su dulzura y en el relente solo quedan cenizas con sabor a mostaza.

Una música de culebras resuena dentro de tu cabeza. Sientes la deserción en la mirada, la disidencia en la piel de los sarmientos. Casi tocas con tus dedos el sabor de la muerte en la pulsión de la distancia.


Mirada en una botella

Sueñas que Pedro Garfias lucha contra su sombra en un bar de Inglaterra. La sombra le habla en inglés: What are you doing here, my friend? Pedro Garfias se acurruca aún más en la silla de madera y paja y mira más allá del humo que brota del cigarrillo de su sombra. El camarero pasa un trapo por la barra y Pedro Garfias cree ver sus ojos reflejados en una botella de whisky escocés, una botella de vidrio verdoso donde se pueden ver unos ojos pequeñísimos, perdidos entre una maraña de humo y fonemas incomprensibles.

La sombra parece esbozar una ligera sonrisa de payaso, una bocaza roja que intenta disfrazar la muerte tras las montañas. Pedro Garfias mira de nuevo la botella y lo que ve se parece al paisaje verde de un valle, pero lo que no ve, es que detrás de las montañas se esconde un lago de hielo. Por la radio se oye una canción: Emptiness is loneliness, and loneliness is cleanliness, And cleanliness is godliness, and god is empty just like me.

Pedro Garfias deja caer la mano derecha y con la izquierda hace un gesto pidiendo un cigarrillo a su sombra, que ahora le mira con miedo. Alguien observa la escena desde el exterior, a través de la ventana llena de vaho. Pedro Garfias se contempla en la botella verdosa y ve un rostro envejecido por los años y el olvido. Las arrugas son surcos que se salen de la piel y el mentón parece un tronco ardiendo en una hoguera. Lejos, tras las ventanas llenas de frío y lluvia, una sombra corre hacia las montañas.


Poema de piedras

Miras dentro del pozo y lo que ves es un lenguaje de piedras, un esbozo de tiestos vacíos dibujados al final de la tarde. La mirada moldea el vacío para no perderse en su blancura ciega, con palabras de acero pulido en el aire.

Fuera, bajo el sol de agosto, la presencia de los lagartos y el musgo, la virtud de la muerte en sus rostros diurnos. Sientes cómo las palabras se apagan, se convierten en cenizas cuando el fulgor desaparece entre las carreteras perdidas y los rumores de las desembocaduras.

Una voz te dice que yacerás en los pliegues de la luz amoratada y bailarás en el umbral del desierto como una mosca sin alas y volverás a tu isla de tu largo exilio, como un lobo viejo que se pierde entre las garras de la manada.

Un hombre se detiene en el relente y escucha un canto esbozado, un rumor de insectos que rasgan la madera vieja. Al fondo, una ventana abierta, un lienzo dentro de otro lienzo. El hombre recita el comienzo del crepúsculo, escupe unas palabras que se deshacen en el aire como copos de nieve.

*Poemas pertenecientes a Un hombre en el umbral, Amargord, 2010.

sábado, 16 de octubre de 2010

Presentación de la Colección Fragmentaria (Ed. Amargord)


El lunes 25 de octubre, participaré en la presentación de la Colección Fragmentaria de la editorial Amargord, junto a los poetas Benito del Pliego, Yulino Dávila, Dolan Mor y el responsable de la colección, Luis Luna, con mi libro Un hombre en el umbral.

Lunes 25 de octubre. 20,00h
Ateneo de Madrid. Sala de Conferencias.
C/ Prado 21, Madrid.



jueves, 7 de octubre de 2010

Notas de Andrei Tarkovski I

En su desarrollo futuro, el cine –eso es lo que opino- no solo se apartará de la literatura, sino también de las demás artes, siendo así cada vez más independiente.

*

El elemento fundamental en el cine, el que le da forma y lo determina desde la más insignificante toma, es la observación.

*

La imagen cinematográfica es, pues, en esencia, la observación de hechos de la vida, situados en el tiempo, organizados según las formas de la propia vida y según las leyes del tiempo de ésta. El observador presupone una elección.

(Andrei Tarkovski, Esculpir en el tiempo, Ed. Rialp, 1991).

martes, 5 de octubre de 2010

Notas de Robert Bresson I

Lo importante no es lo que me muestran, sino lo que me esconden, y sobre todo, aquello que no sospechan que está en ellos.

*

EL CINE ES UNA ESCRITURA CON IMÁGENES EN MOVIMIENTO Y SONIDOS.

*

Un actor está en el cine como en un país extranjero. No habla la lengua.

*

Una imagen debe transformarse en contacto con otras imágenes, como un color en contacto con otros colores. Un azul no es el mismo azul al lado de un verde, de un amarillo, de un rojo. No hay arte sin transformación.


(Robert Bresson, Notes sur le cinématographe, Gallimard, 1975. Traducido por C. H. ).

domingo, 3 de octubre de 2010

Notas de Jean-Luc Godard I

Escribir ya era hacer cine puesto que, entre escribir y rodar, existe una diferencia cuantitativa, no cualitativa.

*

Ahora (...) en lugar de hacer una crítica, hago una película, en la que introduzco una dimensión crítica.

*

¿Dónde empieza el cine? Sin duda, como en las otras artes, cuando las formas se vuelven estilo.


(Jean-Luc Godard. Pensar entre imágenes, edición de Núria Adelman y Gonzalo de Lucas, Intemedio, 2010).

jueves, 30 de septiembre de 2010

Tres, de Roberto Bolaño


Estos días he estado releyendo Tres, uno de los libros de poesía de Roberto Bolaño, y lo cierto es que cada vez que lo leo me gusta más. Su heterogeneidad. Su capacidad de síntesis de literaturas e influencias diversas. Su poesía narrativa. Su narración poética. Su mirada alucinada de la realidad. Añado un poema que constituye el último fragmento del tercer poemario del libro, titulado Un paseo por la literatura. El poema o fragmento en cuestión es el número 57:

Soñé que Georges Perec tenía tres años y lloraba desconsoladamente. Yo intentaba calmarlo. Lo tomaba en brazos, le compraba golosinas, libros para pintar. Luego nos íbamos al Paseo Marítimo de Nueva York y mientras él jugaba en el tobogán yo me decía a mí mismo: no sirvo para nada, pero serviré para cuidarte, nadie te hará daño, nadie intentará matarte. Después se ponía a llover y volvíamos tranquilamente a casa. ¿Pero dónde estaba nuestra casa?


(Roberto Bolaño, Tres, Ed. Acantilado).

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Doble ración de Antonio Moresco


El volcán, de Antonio Moresco (Traducción de Piero Dal Bon y Albert Fuentes, Ed. Melusina, 2007).

Primer libro publicado en español de este polémico e interesante escritor italiano, que presenta la editorial Melusina. El volcán está dividido en varias partes que obedecen a objetos distintos, lo que lleva a pensar en cierta heterogeneidad, si bien la fina ironía que se desprende de sus líneas y la mirada mordaz y crítica con respecto al mundo literario otorga una mayor unidad al conjunto de los textos. El origen de los textos y su naturaleza son de diversa índole (diario, panfletos, escritos, relato), siendo lo más significativo a nivel formal la mezcla de estos subgéneros de no ficción con el relato ficcional. Así, los dos panfletos que forman la primera de las tres partes del libro, responden a un objetivo más crítico sobre la obra de autores como Italo Calvino o Pier Paolo Pasolini –y sobre todo, del mundo académico italiano-; las partes segunda y tercera obedecen a una mayor subjetividad, a medio camino entre los diarios, los escritos y el relato.

En la primera parte, la más incendiaria –también la más discutible- titulada Dos panfletos, Antonio Moresco aborda numerosos temas, siempre desde una posición de outsider, tratando de desmontar muchos dogmas estéticos, criticando la autoglosa que han ejercido y ejercen muchos autores, y atacando directamente a la hegemonía literaria más académica. La visión comprometida e incorruptible de Moresco recuerda al Roberto Bolaño de los textos ensayísticos de El gaucho insufrible (no dudo que el escritor de origen chileno habría disfrutado enormemente con este libro), lo que evidencia la estirpe a la que pertenece intelectualmente. Por otra parte, resulta muy original la analogía que el italiano establece entre la muerte y el laberinto, en el artículo titulado “La forma y la muerte”.

La segunda parte, titulada Páginas de diario es –salvo algunos pasajes- una perturbadora mezcla de escritura alucinada y opiniones contundentes sobre la concepción de la literatura, pero también sobre la vida, como el epígrafe titulado La esperanza: “La esperanza es una ilusión, una alucinación”. Moresco no tiene reparos a la hora de desmitificar y -utilizando una palabra suya- desenmascarar conceptos tan moralizantes como “el mal”, “el pesimismo” o elementos culturales tan desgastados como “Postmodernismo”. Moresco cuestiona los cánones, desentraña los entresijos que se acaban agotando, repitiendo: “Nadie que reconozca un paso distinto, otra voz” o “Todos quieren ir más allá de la literatura, sobre todo quienes nunca han logrado ni lograrán alcanzarla”.

La tercera parte, Dos escritos, aúna fragmentos de un diario y un texto sobre Samuel Beckett. “¿Quién habrá inventado esta historia de la cotidianidad?” se pregunta el narrador en un diario no exento de humor y fina ironía que invaden las frases, junto a una ligera tensión que, como en una película de Antonioni, parece esconder una realidad a punto de salir a la superficie. El texto titulado “El manierista de la nada” es una reelectura de la Trilogía de Samuel Beckett (Molloy, Malone muere y El innombrable) y en él, el autor italiano aborda su peculiar relación con Beckett, a la vez que supone un turbio relato sobre lo cotidiano.

Al final, la lectura de El volcán resulta más compleja de lo que pueda parecer, con un corpus diverso, y con un hilo que une cada uno de los textos, sobre todo en la manera de abordar la literatura y el mundo, lo que se refleja en cada uno de los escritos. Cuando acabé el libro me di cuenta de que yo, como lector, había sufrido una metamorfosis; si en un primer momento me estaba enfrentando a un texto ensayístico, al final no sabía separar la ficción de la no ficción. Y tal vez en ello radica el mayor interés. Más que un libro de ensayos o de crítica (“No soy un crítico literario”, dice Moresco en su primera línea) se trata de una fusión entre la escritura ensayística y autobiográfica con la ficción. De hecho, ahora creo que todo no es más que una gran excusa para escribir audaces y originales relatos kafkianos sobre la vida cotidiana, la literatura y la muerte. Y lo mejor de todo es que algunas frases o pasajes me vienen a la cabeza cuando quieren, como suele ocurrir con los escritos, películas y demás obras artísticas con un poso profundo.




La cebolla, de Antonio Moresco (Traducción de Piero Dal Bon y Albert Fuentes, Ed. Melusina, 2007).

Conocimos una primera publicación de este interesante escritor, El volcán a principios de 2007, lo que fue una sorpresa por la capacidad de aunar distintos géneros (ensayo, relatos, diario, cartas, coloquio), obteniendo un discurso coherente y a veces fascinante, además de una mirada crítica y lúcida sobre la literatura y la realidad. El segundo libro de Moresco publicado en España es la novela erótico-existencial La cebolla.

En La cebolla no encontraremos el riesgo por la provocación ni el interés heterogéneo de la mezcla de géneros que se daban en El volcán, pues esta novelita contiene una historia lineal más o menos “convencional”, si bien está llena de matices que contienen un atractivo notable para el lector.

Una pareja llega a una ciudad anónima y vive en un pequeño apartamento donde tan solo hay una ventana como vínculo con el mundo exterior. En ese microespacio vital, la pareja solo realiza una actividad cotidiana: sexo. Su temática erótica -o pornográfica si se quiere-, puede resultar a veces monótona y repetitiva, pero está justificado, ya que supone un reflejo de la visión cotidiano-existencial de los personajes. Así, el sexo se convierte primeramente en una aventura y después en una rutina que acaba perdiendo todo tipo de interés para los protagonistas, víctimas de su propia incomunicación. La conexión con el exterior se basa en olores, ruidos y conversaciones, pequeños detalles cotidianos como las mujeres que sacuden las alfombras en las ventanas o la gente sentada en los bancos de los parques. Dentro de su casa, la única actividad –aparte del sexo- que parece llamar la atención del personaje protagonista es observar a otras dos parejas, en una clara confrontación de espejos e identidades: 1) los vecinos, que también hacen el amor y hablan a través de la fina pared, y 2) Romeo y Julieta, dos tortugas que parecen abocadas al vacío existencial en su inactividad y a la inminencia de la muerte.

Ante las continuadas escenas sexuales, el personaje va cayendo en un ensimismamiento progresivo, de manera que la obsesión por el sexo lo va alejando todavía más de la comunicación con su compañera, hasta el final febril donde ya se ha transformado en un ser kafkiano –en el relente Gregorio Samsa-, pasando los días observando una cebolla, sus diferentes capas de la piel, sus brotes, su forma amorfa. Incluso la desesperación lo convierte en un dominador ante su propia compañera, envuelto en una atmósfera asfixiante. Al final, el sexo (la existencia) se convierte en un acto animal.

El lenguaje y la descripción forman un todo, que es uno de los mayores atractivos de la novela. Un lenguaje expresivo, que busca la imagen poética incluso en la explicitud de la fealdad, con expresiones que a veces rayan el neologismo. Entrañas, olores, residuos, carne, viscosidad, órganos, pieles podridas; todo forma un conglomerado de sensaciones fisiológicas que resaltan lo feo, la podredumbre, porque es algo que va unido a lo humano, como capas distintas de la realidad. Un lenguaje y una expresividad que recuerdan al pintor Francis Bacon, porque detrás de la corporalidad y el sexo se esconde la desesperación y la amenaza de la muerte.

Releyendo alguna de las impactantes frases de El volcán, me convenzo de que Antonio Moresco no es un pesimista, sino que es un observador de la realidad que escribe de manera alucinada, porque alucinada es la realidad que vivimos, aunque no queramos darnos cuenta. Y lo mismo se podría decir de esta novela extraña y lúcida que por momentos parece pura pornografía, pero que evoluciona hacia un asfixiante final donde la carne y el sexo se ven superados por la propia existencia cotidiana y la amenaza de la muerte.


(Reseñas publicadas originariamente en www.deriva.org)